Optimo México | Más conexión, ¿menos comunicación?
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Más conexión, ¿menos comunicación?

Más conexión, ¿menos comunicación?

Más conexión, ¿menos comunicación?

En nuestros días es común caer en la falacia de que tenemos más comunicación dado los avances tecnológicos de la era que nos tocó vivir, la era digital. Tanto que hay gente que no puede concebir la idea de tener que esperar cierto tiempo para poder mandar un mensaje. ¿Cuántos mensajes de texto o imágenes simplemente las compartimos sin asegurarnos de su veracidad? Es más, ¿cuántas veces justificamos dicho acto con un “por si las dudas” o “sea verdad o sea mentira, más vale”? Fue en 1854 que Antonio Meucci crea su primer prototipo de teléfono con la intención de comunicar más rápido a las personas, igualmente Alexander G. Bell hizo lo suyo y fue hasta 1876 que se reconoció parte de la invención a Meucci. Antes usábamos frases como “el teléfono se hizo para acortar distancias, no para alargar conversaciones” con el fin de justificar el control mesurado del uso de dicho dispositivo, no saturar las redes y sobre todo si era un teléfono público.

Fue hasta 1973 que Martín Cooper, director de Motorola, realiza la primera llamada, de la que se tiene registro oficial, con un teléfono móvil; casi 100 años después. Derrumbando así la disponibilidad de teléfonos públicos para todos, es decir, ahora cada quien podía tardarse lo que quisiera en una llamada. Lo que no hemos podido evitar es la saturación de las redes de comunicación ya que son tantos los mensajes que sí hay momentos en que “tardan” en llegar, claro, estamos hablando de segundos. Hasta antes del teléfono solo había comunicación a distancia por cartas, las cuales podían tardar desde meses hasta años. Ahora bien, “conectar” viene de “con”, que significa “que tiene”, y de “nectare”, que significa “vínculo, unión”, por lo tanto, “tener conexión” significa que hay un vínculo entre dos o más entes, dígase dispositivos o individuos. Desde el punto de vista meramente técnico, los que estarían conectados son los dispositivos, no los individuos. Por otro lado, comunicación viene de “comunicare” que significa “poner en común algo”, es decir, estar al mismo nivel, en este caso de información y entendimiento.

Hay dos tipos de comunicación, la positiva y lo negativa.

La primera es cuando al recibir respuesta se confirma que el entendimiento esperado se cumplió, la segunda es lo contrario. Para tal efecto es necesario entender los elementos de la comunicación, para mí el más importante hoy en día, es el Contexto, es decir, todo aquello que influencia mi realidad y que me permite ver las cosas desde una perspectiva distinta a la de alguien más. Puede ser desde que yo estoy en un ambiente a 35°C y mi contraparte en una oficina con aire acondicionado a 23°C hasta el hecho de que alguien va manejando y el otro es el copiloto, la percepción de la realidad es muy distinta. Siguen los más conocidos: El emisor, el que manda el mensaje; el receptor, el que recibe el mensaje; el mensaje mismo, que es el paquete de información que deseo compartir; la lengua, que es básicamente el idioma en el que “nos entendemos”; el canal, que va desde el lenguaje verbal hasta el uso de sistemas de comunicación como el teléfono móvil o las famosas redes sociales; con ellos van apenas 6 elementos.

Faltan otros 6 que son 3 del emisor y 3 del receptor; el estado mental de cada uno, es decir, sus habilidades cognitivas; el estado emocional, es decir, sus habilidades de inteligencia emocional y su estado espiritual, es decir las creencias de cada uno. Con el paso del tiempo y ante la muy atractiva idea de poder transmitir un mensaje en segundos en lugar de años puede ocasionar un desprecio de los elementos de la comunicación, lo cual provoca que no logremos entender por qué, “si con un OK basta”, la otra persona no me contesta aún un mensaje, dadas nuestras pocas habilidades de control emocional es más fácil para la mente inventar situaciones de interpretación sobre “lo que quiso decir” en lugar de preguntar si lo que entendí es correcto. Por lo tanto, hoy en día sí tenemos más conexión en cuanto a tener acceso a un dispositivo que lo está, pero opaca nuestras habilidades de comunicación dada “la era de la inmediatez” en que estamos sumergidos, todo ahorita, sin recapacitar o verificar. Tengamos esa paciencia, hasta con nosotros mismos, pensarlo dos veces no es dañino. Es cuánto.

Luis Lúcia
LUXIA – Capacitación y Consultoría

#mejorandolacalidaddelavida

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